Soñé otro mundo. Una realidad paralela que se diluyó cuando mis ojos se abrieron a este otro sueño; el que parece tener cierta consistencia, cierta continuidad. Aunque generalmente me encuentro olvidando-me, perdiendo peso y causalidad. Perdiendo-me en el estar siendo un personaje más en este o aquel sueño, soñado por mí o por otro; diluyendo-me en un pasaje de viento huracanado o en un compás sonoro...
Soñé otro mundo, y algo de él traspasó la frontera. Quizás algo de mí se haya quedado allí también. Una parte de mí se desprendió, desapareció de este mundo y probablemente habite de ese otro lado. Tal vez pueda cruzar la orilla de nuevo y recuperarlo, traerlo de vuelta conmigo; aunque tal vez no quiera hacerlo. Al fin de cuentas la existencia no es más que un constante caer en el pasado muerto, un constante morir. La vida de los seres humanos está irremediablemente atada al tiempo y su laberinto de efectos y causas.
Soñé otro mundo, ajeno a lo humano y sus laberintos, que me ha dejado un resabio de cuerdas e infinito. Logré traspasar la frontera entre los mundos y ahora sólo puedo retener la sensación en el pecho, de estar mirando un gran espejo universal. El sueño profundo de todos los tiempos, de todos los seres, de todos los mundos...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario